Promesa de Dios
Hechos
Evocaciones
Mis tiempos idos, envejecidos rumbos que, en la oscuridad de los tiempos, adormidos se quedaron, hoy por aquellos tortuosos senderos del olvido, adonde extenuados los viejos tiempos fenecen.
Por aquellas sendas, hoy ando.
Aunque a lejanos tiempos mis evocaciones me lleven, y por esos desolados andurriales del olvido transite, de a poco y entre suspiro y suspiro, lo recuerdo.
Y de ellos, hoy os hablo
Un fosco ente
Prefacio
Solo la buena fe alienta mi propósito, que es que el hombre sepa lo que, a través de los cursos de mi existencia, he recibido como conocimiento, lo que Dios me dio a saber cómo experiencia, para que asiera el hombre lo sepa y sin pasión alguna lo medite
Para que asiera el hombre actual, se sienta más próximo a una realidad, no obstante, sea real y efectiva, como la tierra y el universo que lo confina, oculto a sus materiales sentidos lo está y lo estará por siempre
Aunque todas las sapiencias de la tierra, se hiciesen esplendorosa luz y tal cumulo de sabidurías, se instale y con esplendente fulgor floreciese en mi intelecto, sin equívoco os diría, poco y nada de lo eterno oculto yo sabría. Más no se sienta el hombre huérfano de tal saber, saber que jamás a mortal alguno le fue permitido saber, por Mandato de Dios y a través de mi Eduardo lo sabréis
Os digo
Consciente que solo retribuiré la confianza que Dios depósito en mí, honrando la verdad de los hechos, que desde mis albos días he sobrellevado, a los hombres todos le doy mi testimonio, de forma simple y sintetizada, salvaguardando así la veracidad del hecho y su secuencia
Y a la postre
Como vivificante fruto de la experiencia y la intensa meditación, expreso mi opinión como… comentarios, asistido solo por mis recuerdos y la soledad de mis pensamientos, salvaguardando así tambien, la pureza de mis sapiencias
Es mi testimonio
1.- mis rememoraciones me lleva hacia aprox., el año de 1948, en que, yo debí tener la edad de un año o más, recuerdo a mi madre Zunilda y a mi abuela Juana, como la zona rural de Tacna y el viejo solar de adobes, que era nuestro hogar
Y de ello os hablo
En una ocasión en que yo dormía al lado de mi madre, en una habitación que de sala hacia, recuerdo, del sueño despierto y una vez despierto, no obstante con desgana veía la silenciosa penumbra que a la habitación ceñía
Ese instante
Y de lo denso oscuro
Con asombro a un pequeño, a un fosco ente veo salir, de cuya negra traza se podría decir que erase, un robusto y regordete niño de 10 a 12 años de edad, cuyo andar gestaba ruido y su conducta, era humana y sus ojos, cual dos negras ascuas… horridos fulgían
Aunque con extrañeza lo vi
Vivas y con enfado le digo… Oye tú, que te apareces ¡Fuera!, Vete, vete
2.- a la sazón
El espeluzno ente espiritual
Quien calladito y rumiando bilis se acercaba y a mi voz, turbado viéndome que yo viendole avizor estaba y con enfado le urgía… que de mi hogar salga
Se detuvo y me observo, seguido se encogió de hombros y con un gesto de desdén, se corrió hacia su lado izquierdo, advertido así, presto lo busqué con la mirada, más al no verle, molesto y por entre lo oscuro, le dije… Oye tu ¿Adónde estas?, ¿Adónde te has metido?
3.-pero que estériles fueron mis reproches, pues el bruno y pensante ente, a los pies de la cama se arraigó, y desde allí, cual montaraz, fiera el vil tarasca, salta sobre mi madre que ajena a su maligno afloramiento, entregada al placido sueño estaba
Quien de inmediato se despierta, y al verlo y sentir el peso de su cuerpo, como la horripila sensación de estremecimiento que gesta, el negro efluvio que lo circunda, espeluznante alarido exhala
4.- y yo, tanto como sentía el peso del bruno ente, como veía a mi madre, quien presa de enloquecedora histeria, luchaba por sacudirse del frenético diablo, como también bregaba, para no caer al entablado piso, como asimismo veía al execrable ente, quien, al parecer, frenético de rencor, trataba de ultimarla o enloquecerla
5.- ese instante, mi abuela Juana quien en contigua habitación dormía, y cuan horripilos alaridos oye, presto se despierta y sin saber, que realmente acontecía, a la infernal batahola rauda se avecina, igualmente y para mi estéril arrebato, or entre la penumbra de mi vista y de la sala, el satánico ente se escabullo
Allegada ya mi abuela y cogiéndome en sus brazos mi madre, nos mudamos a la contigua habitación, luego de ello, viendo a mi madre abrazada a mi abuela Juana, temblando y sollozando, me sobreviniese una sensación de tristeza e impotencia, la noche trascurrió sin otro sobresalto… el fin
Comentarios
Y no obstante este aciago y rememorado hecho, fue el primer lance que, con el correr de mis días me habría de sobrevenir, fue el único el que solo mi madre Zunilda, fue parte de ello, otras familias que ocasionalmente, habitaron la vieja casa de adobes, ciertamente nunca experimentaron hecho igual o similar afloramiento
Prodigiosos y aciagos hechos, acorde los iba sobrellevando, los iba olvidando, no solo porque, era muy pequeño para entenderlo, sino que tampoco podría sobrellevar los venideros días sin zozobra
Os digo
Aunque a ese fosco ente espiritual, de súbito y de lo denso oscuro, lo vi salir y si no sentí miedo sino enfado, pues viendole le dije… Oye tú que te apareces ¡Fuera!, Vete, vete, y el viéndome que, avizor estaba y con enfado le urgía… que de mi hogar saliera.
Lo evidente
Quien le urgió salir de la sala, ciertamente no fui yo Eduardo, pues aún era muy pequeño, sino que, a través de mí, el Ser espiritual que mi cuerpo, aposenta de nacimiento, quien, en ese instante, ejercía imperio sobre mi cuerpo material
Y si una viva sensación de tristeza e impotencia me sobrevino, viendo a mi madre Zunilda, abrazarse a mi abuela Juana, sollozando de miedo, es porque en ese instante yo me sentí, me supe causal de tal afloramiento y ataque
Aunque a la edad de año y medio, intuido estuviese y a todos, de ello, con gracia pudiese darles a saber y me oyesen, creo que no lo haría, pues que merito yo obtendría si a todos con encanto, les dijese que… de nacimiento soy factible a lo maligno
Ciertamente… ¡No, no!, eso no haría, sino que acongojado me diría… Oh, mi Dios, si desde mis tempranos días, tales espantos a mi hogar, malhumorados se van a aproximar, de cierto por mal otorgado me tendréis, pues ya vislumbro que funestos me han de ser los venideros tiempos
Os digo
Así como extenso ha sido el peregrinar de mi calamitosa existencia, por un olvidado rincón del ancho mundo, tambien extensos y fructíferos han sido mis reflexiones, pues hoy bien sé que Dios el Altísimo, desde que nací, cimento el curso de mis días, de aciagos y dulces avatares
Y si merced a su Mandato
Me he regocijado y aterrado, viendo la luz eterna y las aciagas tinieblas, visto y oído a los Seres espirituales, y de ello, doy fiel testimonio, favorable me fue su Voluntad, que es ya mi Karma, mi Destino y mi Gloria, por ello y a través de los tiempos todos, me tendré por dichoso y bien concedido… Eduardo